viernes, 23 de enero de 2009

LA IGUANA ESCAPISTA

Alguna vez cuando era más pequeña, acompañe a mi hermano a una tienda de mascotas en un centro comercial al sur de la Cd. De México, en cuanto la vimos sabíamos que era ella quien debía ser nuestra nueva mascota, estaba ahí en la pecera principal, color verde con amarillo, una piel escamosa, asquerosa al tocarla pero padrísima de lejos. Era una iguana preciosa, bueno eso pensaba cuando la vi. Decidimos comprarla y llevarla a casa para hacerla parte de nuestra familia. En primer lugar olvidamos comprarle una pecera especial, con aditamentos especiales para ella, entonces decidimos meterla en una pecera que estaba abandonada. Los primeros días era lo máximo tener un animal en casa poco comun, solo que a casi nadie de la familia le agradaba agarrarla porque todo mundo pensaba que era asqueroso, principalmente mi mamá la detestaba ya que le tiene mucho miedo a ese tipo de reptiles, y solo la acepto porque veía que mi hermano era feliz con ella. Llegó el día que empezó el curso de clases, nos fuimos a la escuela y dejamos a la iguana en su hogar, mi mamá estaba haciendo el aseo en la sala cuando notó que la iguana no estaba en su pecera, de repente empezó a buscarla y la encontró debajo de un sillón, ese día se enojó mucho con nosotros pues ella detestaba agarrarla y lo tuvo que hacer. Así pasó día tras día, la iguana crecía más y más, se escapaba más y más, tanto que un día se escapó al patio, y al abrir la puerta se salió y estuvo a punto de que un perro la agarrara y fuera devorada, una vez más mi mamá la salvó de aquel insidente.
Una ocasión fuimos a un centro comercial y decidimos mi hermano y yo que la llevaríamos escondida en mi bolso, todo marchaba bien hasta que estuvimos en el área de comida, la pobre ya estaba muy inquieta y a mi se me ocurrió sacarla para tranquilizarla un poco, pero fue un error ya que al tratar de acarisiarla me mordió y yo lo único que hice fue soltarla y dejarla saltar. En ese momento sentimos un hoyo en el estomago, la condenada iba corriendo de mesa en mesa y nosotros sin poderla agarrar, hasta que vi que se acercaba a una mesa en donde estaba una pareja besandose, y de pronto note como la iguana se le subió a la pierna de la chica que estaba ahí y que en cuanto sintió algo empezó a gritar y a hacer alboroto, que para mi mala suerte o buena, su novio logro agarrarla y darmela sin tanto enojo. La chica estaba un poco molesta y yo ni quería voltear a ver a mi mamá solo de pensar la regañada que me iba a llevar. En fin, la historia terminó en que nos obligaron a regalar la iguana a un tipo que tenía y criaba a más de está especie. Creo que nos costó un poco de trabajo despedirnos de ella pero era un poco difícil mantenerla en paz y mantener a mi mamá en paz también. Hoy en día la iguana aún vive y la podemos visitar de vez en cuando y recordar todo lo que nos hizo pasar.

1 comentario:

  1. Bien Melissa, es una historia bastante chusca, el punto de partida siempre es la creatividad, escribir es un trabajo personal que no se puede dirigir, en todo caso complementar con lecturas y actividades pero lo básico siempre es la inspiración.

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